Manali, entrando al Himalaya

Manali es un oasis tras venir del calor de Delhi, donde te tienes que arropar con una manta por las noches; un nido de hippies de todas las edades que vienen aquí por el paisaje, la relajada vida de montaña y el hachís local; ciudad de vacaciones de indios, que buscan huir del calor; carteles y algún teclado en hebreo; un lugar  en el que practicar senderismo, escalada, rafting, etc: ciudad en la única ruta a Ladakh, la parte mas septentrional de la india, atravesando puertos de 5000 m y que atrae innumerables moteros (y si, se pueden alquilar motos aquí); un pueblo donde se venden productos quechua; croassanes rellenos de nutella y chai para merendar.

Como nota ecologista en este estado los comercios no dan bolsas de plástico, prohibido hacer unos años, sino bolsas de tela o de papel de periódico.
Y como nota sobre las condiciones laborales, el hombre que se encargaba de meter y sacar el equipaje de la bodega, juraría que hizo todo el viaje en esta vigilandolo, al menos es lo que parecía cuando el autobús paraba en algún sitio y le habrían la puerta para que le diera el aire.

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