Ladakh, un pequeño Tibet en la India

Entras en Ladakh y la verdad es que no parece la India: banderillas con mantras ondeando al viento; muros de adobe: marcos de ventanas de madera tallada; estupas; arboles que parecen fuera de lugar en esa meseta desértica a 3500 msnm; distintas ropas; sin autoricksaws; y budismo como religión mayoritaria.

Es un lugar muy sencillo en el que se sientes cómodo enseguida y que te tienes que tomar con mucha calma los primeros días para no padecer mal de altura. A esa calma contribuye que el roaming esta capado en esta provincia por eso de que linda con Pakistan.
Dejando de lado la vida urbana es una zona magnifica para hacer trekkings durante todo el año, en verano para aprovechar el buen tiempo y en invierno con la esperanza de ver leopardos de las nieves.
Yo me marque uno de cinco días por el valle de Makhra, que merece la pena principalmente por el ultimo día: empieza en un campamento en valle verde cruzado por riachuelos y con rebaños de yaks, burros y vacas 4700 msnm; sube por un paso a 5200 m y baja por cánones en el que los puntos para cruzar los ríos a veces se los hacen los guias acumulando piedras para terminar en 3800 m.
Pero de todo esto es lo que menos se habla en Ladakh en estos días, está revolucionada porque el Dalai Lama está del día 3 al 14 impartiendo una introducción al Kalachakra este año, la práctica de meditacion mas difícil del budismo tibetano, y que venden como oración por el mundo. Esa revolución se traduce en alojamiento llenos y subidos de precio.
Me fui de Ladakh, mi última etapa en la India, en avión y es increíble eso de sobrevolar montañas de 6000 m volando a 9000 m (o eso creo), fue algo así ver una maqueta del Himalaya

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